No parece que seas madre
Así, tal cual. Fue lo primero que soltó una antigua compañera de trabajo que llevaba una buena temporada sin verme al encontrarnos esta mañana. «Si es que estás muy delgada», añadió a modo de explicación. Yo le dediqué una sonrisa congelada y me apresuré a cambiar de tema. Pa qué liarla, pensé para mí. Y así transcurrió la mañana.
Sin embargo, por la noche, tras un largo día poniendo lavadoras, haciendo camas, recogiendo juguetes y limpiando culos, me detuve dos segundos delante del espejo y me cabreé. Como una mona. Por que, vamos a ver: ¿dónde cojones está grabado en piedra el estereotipo físico de la maternidad? ¿Por qué nos torturan (y nos torturamos) con unos ideales de belleza imposibles, solo al alcance del photoshop?
Estoy flaca. Mucho. Quizá hasta el exceso. Y además, tras dos lactancias que suman juntas dos largos años y medio mis pechos son ahora inexistentes, ridículos, con pezones diminutos y arrugados. Vamos, que da pena verlos. A pesar de mi delgadez (me puedo contar las costillas una a una y pellizcarme el hueso del esternón sin demasiado esfuerzo), tengo celulitis en los muslos y en el culo y el vientre fláccido y con medio metro de piel sobrante. Ya puedo hincharme a hacer abdominales, hipopresivos o el pino puente con las orejas, que o paso por el quirófano o eso va a seguir ahí hasta el fin de los tiempos. Con un vestido disimulo, pero en bikini no hay por dónde cogerme. Y desnuda ni te cuento. Y, a pesar de todo, soy madre. Tengo dos hijas hermosas y lozanas, de piel morena y pelo rubio, como princesas indias, que pululan las 24 horas del día a mi alrededor.
Y también es madre mi vecina que no esconde la barriga plagada de estrías tras su primer embarazo. O mi amiga que engordó 20 kilos con el segundo y sigue con 10 puestos encima un año después. O aquella otra a la que dejaron el suelo pélvico hecho unos zorros por una mala praxis y todavía lucha contra las pérdidas de orina. Y la Pataky que en dos semanas ni se notaba que había parido mellizos. Todas somos madres, tengamos el aspecto que tengamos, y las marcas, las secuelas o el cuerpo de diosa griega naciendo de una concha en el océano que se nos haya quedado es lo de menos. Yo me cuido poco, lo justo, aunque en breve retomaré el yoga y el gimnasio, pero intento comer bien, me muevo mucho (correr detrás de dos niñas debería considerarse deporte olímpico) y trabajo todos los días (sí, aún no me he ido de vacaciones ¿se nota?). Me gusta predicar con el ejemplo y en casa hay mucha fruta, verdura, yogures y repostería casera cuando el tiempo lo permite. A pesar de ello estoy delgada. Y tengo defectos. Y no necesito que nadie me diga que no parece que soy madre.
Las mamás hay veces que tenéis que escuchar algunas cosas… Frases de este tipo y peores he oído un montón de veces 😦
Yo creo que me pilló a contrapelo, porque normalmente no me molesta este tipo de comentarios. Ni si quiera los percibo. A lo mejor es porque estoy un poco a disgusto conmigo misma…
Hay mucho metomentodo suelto.
Si es que a la gente le gusta hablar por hablar… Anda que no!!!
Somos madres gordas y fláccidas pero, ante todo, FELICES!!
Dí que sí!!!!
Buenísimo post, y es que hay que oir cada cosa…
Muchas gracias por tu opinión! Y sí, hay que oír de todo, por desgracia…
Yo no se porque las mujeres tenemos que establecer estereotipos si cada una tenemos contextura corporales diferente, que si te vez gorda o te vez flaca, que si esa ropa te queda bien o mal debemos sacarnos eso de la cabeza , gracias por este post
Un placer! Hay que dejar de ser tan duras con nosotras mismas y juzgar a las demás!